En Boletín GDFE, septiembre de 2015.
Tras clausurar la XIII Jornada Anual del GDFE, el experto español Juan José Almagro amplía en esta entrevista sobre cómo ve a la Argentina en términos de responsabilidad social, y a las empresas y fundaciones, en su inversión social. Describe, además, el papel que juegan hoy los directivos de responsabilidad social en las compañías; habla del liderazgo, de las alianzas, y del paso decisivo que podría dar la universidad, en pos del bien común.
-Ha venido más de 30 veces a la Argentina, ¿cómo ve hoy al país en términos de responsabilidad social?
-Siempre me pareció que Argentina era un país puntero en responsabilidad social en Latinoamérica. Y sigue siendo exactamente igual. Es probable que en los últimos tiempos, y como consecuencia de las crisis que se atraviesan, no haya habido avances significativos; pero es verdad también que aquí hay grupos, personas, instituciones, que creen en la responsabilidad social, y desde muchas instancias se trabaja para fomentar la propia responsabilidad social. En resumen, la veo muy bien y en progreso.
-¿Cuáles cree que son los principales desafíos que tienen las empresas y fundaciones que hacen inversión social?
-Los desafíos que tienen hoy las fundaciones, igual que los que tienen las empresas, son los desafíos que tenemos el conjunto de los ciudadanos. Al final, lo que la gente quiere es que la empresa, que las instituciones, resuelvan los problemas que aquejan a los propios ciudadanos. ¿Dónde están los problemas? Están, fundamentalmente, en la corrupción, en la desigualdad, en la pobreza y en la lucha por el cambio climático. Por lo tanto, a mí me parece que estos son algunos ejemplos de dónde empresas y fundaciones tendrían que ser capaces de invertir esfuerzos y dinero para combatirlos.
-Tanto empresas como fundaciones donantes han planteado, en distintos encuentros, el desafío de conformar alianzas, sobre todo público-privadas, ¿cuál considera que es el punto a fortalecer para lograr que estas alianzas sean sostenibles?
-El futuro pasa, probablemente, por alianzas. A mí me gusta replicar el `Yes, we can´, el `Juntos, podemos´, famoso slogan de la primera campaña electoral de Obama. Resume muy bien cuál es la situación actual en el mundo. Hace falta que empresa, fundaciones, instituciones, sociedad civil y otros grupos, aúnen esfuerzos para conseguir las metas que nos propongamos. Nadie, hoy, es capaz de conseguir solo las cosas. Hacen falta esfuerzos conjuntos, ayudas compartidas. El mundo ha cambiado sustancialmente, las empresas y fundaciones tienen poder, mucho poder, y quien tiene el poder tiene la responsabilidad. Por lo tanto, el `hacer cosas´ no es algo que corresponda exclusivamente a los poderes públicos sino que empresas y funciones tienen que hacer posible aquello que los ciudadanos están pidiendo. Tienen que colaborar en conseguir que el bien común se instale entre nosotros.
-En su ponencia hizo hincapié en el liderazgo solidario y compartido.
-El liderazgo es un tema que me interesa profundamente porque representa la necesidad de que personas o instituciones sean capaces de ponerse al frente y decirle al ciudadano: `Este es el camino´. Porque el líder es aquella persona que marca el camino y hace que los demás lo sigan, fundamentalmente porque es capaz de dialogar con todo el mundo y porque es capaz de ajustarse a la realidad de lo que está pasando y no al revés. Hoy necesitamos líderes que nos digan por dónde ir. No es verdad que todos podamos ser líderes; pero es necesario tener líderes, creer en líderes, soñar en líderes. Líderes que sean capaces de ofrecerle ilusiones a la gente, propuesta de futuro, y que la gente crea en esas propuestas, y que trabajen por conseguirlas.
-También se refirió a los impactos que generamos todos, no sólo las empresas.
-Claro, cada uno tiene que asumir su cuota parte de responsabilidad: ciudadano, familia, grupos empresariales, grupos vecinales, los poderes públicos, los países… Este es un mundo que tenemos que construir entre todos.
-¿Co-responsabilidad?
-Sin duda. Por ahí es por donde vamos. Ya no vale hablar solo de transparencia, o de acción social, etc. etc. etc. La empresa, las instituciones, tienen que ser capaces de meterse de lleno en los problemas que a los ciudadanos los disturban. El mundo es muy complejo, y lo tenemos que sacar adelante entre todos.
-La Asociación Española de Directivos de Responsabilidad, que usted preside, presentó recientemente un estudio, ¿cuáles fueron las conclusiones más importantes que rescata en cuanto al rol que juegan hoy los directivos de responsabilidad social (DIRSE)?
-El DIRSE es un poco el que tiene que escribir, desde dentro, el propio futuro de la empresa. Al final se convierte en una especie de Pepito Grillo que tiene que ir diciéndole a las diferentes áreas o departamentos de una empresa qué cosas están bien y qué cosas no están bien. Y al ser ese Pepito Grillo, es importante que al DIRSE se lo tenga en cuenta como la persona que `desde fuera´ es capaz de ver cuál es el futuro de la empresa desde ese ámbito de la responsabilidad social. Afortunadamente, hay muchas empresas que ya están poniendo a su DIRSE en los lugares destacados para que sean capaces de indicar el camino que debe recorrer la empresa en responsabilidad social. Es decir, su compromiso con los diferentes grupos de interés. Las empresas que quieran ser líderes tienen que dialogar y dialogar mucho con todas las partes interesadas. Saber qué quieren, qué opinan y qué soluciones están proponiendo; y si es posible, dárselas. Esa es la tarea que le corresponde fundamentalmente a los DIRSE. Que en el fondo son un potente servicio dentro de la propia empresa para instalar comportamiento ético, para instalar transparencia, para instalar una forma de hacer las cosas, que es lo que la gente está queriendo.
-En uno de sus artículos de “Cinco Días”, menciona otro tema como clave: la responsabilidad social en el sistema educativo, ¿por qué?
-Yo creo que hay tres estamentos de donde es posible cambiar las cosas. Uno es desde los gobernantes, los políticos, que tienen ese poder para cambiar; otro, las empresas, que también tienen poder transformador; y otra, la universidad. Creo que la universidad tiene que dar un paso al frente y hacer un liderazgo activo. Y ese liderazgo activo supone que esa institución llamada universidad sea capaz de enseñar, de ayudar a investigar, pero también se convierta -y ese es el futuro- en algo tan importante como la conciencia crítica, la conciencia social y la conciencia ética de la propia sociedad. La universidad tiene que decirle a la gente: `Hay que buscar principios y valores que sean de aplicación aquí y ahora y que lleven por el camino que todo el mundo desea, que es el camino del bien común´.
-Por último, ¿qué le desea al GDFE en estos 20 años?
-Le deseo por lo menos otros 20 años tan exitosos como estos, y que siga insistiendo desde las empresas y las fundaciones que lo integran, en los asuntos que le interesan a los ciudadanos. Hoy a la gente le interesa todo. Y cuando digo todo es todo lo que pueda representar una manera diferente de hacer las cosas. Creo que hay que insistir ahí, desde el mundo de la educación, pero también, desde el mundo de los valores contando con la realidad, en cada lugar; es decir, ser capaces de ajustarnos a la realidad y no de ajustarla a nuestros pensamientos; y dar respuestas.