Si bien el número es preocupante en la mayoría de los países, donde ronda el 10% de los confirmados, en la Argentina el porcentaje de trabajadores de la salud infectados con coronavirus está cuatro puntos más arriba de las estimaciones internacionales. La correcta utilización de los elementos de protección es tan importante como su abastecimiento.
La crisis sanitaria desatada por la expansión del coronavirus levantó el velo de problemas estructurales en nuestro país, no solo en cuanto a la situación socioeconómica sino respecto a la falta de preparación y condiciones adecuadas del sistema de salud, tanto público como privado. Tal es así que, según las declaraciones de la secretaria de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, el 14% de los casos de coronavirus en la Argentina corresponden al personal sanitario, mientras que de acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en varios países esta proporción llega al 10%.
El escenario se agrava cuando se considera la situación particular de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) por el número de casos que reportan.
La primera conclusión a la que podría llevar este diagnóstico es que las personas que trabajan en salud tienen más acceso a los testeos y esto podría explicar la cantidad de resultados positivos a la vista. Sin embargo, si se toma como muestra la cantidad de casos internados en la Provincia de Buenos Aires, también entre éstos el 20% corresponde a personal de salud, lo que nos lleva encontrar otras causas relacionadas con el estado de preparación general del sector que requieren acciones ágiles e inmediatas.
No basta con establecer protocolos y poner información al alcance. Las autoridades sanitarias locales y las instituciones públicas y privadas deben activar dos soluciones igual de importantes y urgentes de manera articulada: la provisión de elementos de protección personal y adecuación de instalaciones, por un lado, y la capacitación para su uso correcto y el abordaje de pacientes sospechosos, por el otro. Alejandra Sánchez Cabezas, directora de investigación del Observatorio de Salud del Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE), sostiene: “Una no puede existir sin la otra, dado que el abastecimiento sin destrezas no es suficiente. La clave está en adoptar conocimientos y prácticas que puedan disminuir riesgos evitables e innecesarios y minimizar el contagio”.
Los números demuestran que los equipos de salud no estaban – ni todavía están – preparados para adecuar los servicios, la infraestructura y el personal a la emergencia. “Para evitar que las cifras sigan escalando, es imprescindible actuar coordinando las acciones – abastecimiento y capacitación – y actores – instituciones privadas y Estado. En ambos casos, una sin la otra solo profundizará la crisis”, asegura Javier García Moritán, director ejecutivo del GDFE. Sánchez Cabezas agrega: “Reconocemos el esfuerzo que están realizando los principales distritos del país asolados por la pandemia, pero es necesario duplicar ese esfuerzo, ya que el principal recurso del sistema de salud son los trabajadores y trabajadoras”.