En Boletín GDFE, noviembre / diciembre de 2017
El Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE) transita una nueva etapa de revitalización y posicionamiento, liderando proyectos con una metodología innovadora, buscando proactivamente trabajar con otros, influir a otros, y sobre todo lograr impacto en la sociedad. De todo ello da cuenta el encuentro de cierre del año, donde fue presentado y compartió sus reflexiones el nuevo director ejecutivo del GDFE, Javier García Moritán.
“Estamos embarcados en un camino que es transformador para el Grupo de Fundaciones y Empresas. El GDFE está reorientando su mirada, su enfoque, su manera de trabajar. Estamos felices por estos cambios. No es solamente un discurso de fin de año y de renovación, sentimos que estamos llamados, en conjunto, a mejores versiones de lo que somos; y Javier es parte de esto”, expresa la presidenta del GDFE, María Julia Díaz Ardaya, en el encuentro que tuvo lugar el 13 de diciembre, en el auditorio de la Fundación Navarro Viola.
Así, da la bienvenida formal al nuevo director ejecutivo del GDFE, Javier García Moritán, no sin antes agradecer a la consultora Spencer Stuart y a la Comisión Directiva del GDFE, que formaron parte de este proceso de búsqueda y selección; así como también a María Rigou, quien acompañada por Lucía Fortunati, tuvo a su cargo la dirección ejecutiva del GDFE de manera interina.
García Moritán tiene a sus 37 años una intensa formación y trayectoria en materia de Sustentabilidad, Comunicación y Relaciones Institucionales. Lleva 15 años desempeñándose en empresas multinacionales de energía, servicios públicos y agroindustria, siempre en cuestiones “relacionadas con lo que afecta y ocurre a la sociedad en general”. Pero por sobre todo tiene una firme vocación: “tratar de propender una mayor humanización de nuestro tiempo”. Una mayor humanización que, sostiene, no se da sino a través de las instituciones que componen una sociedad. Y que, asegura, en el GDFE, “encuentra la manera más natural para desarrollarla”.
Fiel a su persona, que el mismo describe como “crítica, autocrítica, reflexiva”, García Moritán apunta a empezar a co-construir un cambio. Y es por eso que su discurso lejos de ser una presentación busca transmitir sus ideas y observaciones de fondo sobre el quehacer de las organizaciones para abrir el debate. “Me da la impresión -analiza- que cuando se logran certificaciones o se adhieren a ciertas normativas o el trabajo social y ambiental se realiza en base a ciertos estándares, quizás se están escapando algunas realidades dolorosas que debieran estar presentes en el centro de la escena y que tal vez se pierden con estas cuestiones”. “No quiero decir con esto -aclara- que no es necesaria una profesionalización de la responsabilidad social o que no sean bienvenidas las herramientas que pueden medir y mejorar la gestión, pero la vocación es genuina si esta se traduce en un bien tangible para otros; no hay vocación genuina si esta no se deja ver o no transmite su impronta en la realidad sobre la cual debe versar”.
Comparte luego un diagnóstico que fue trazando el último tiempo a partir de charlas con referentes, directores ejecutivos y representantes de organizaciones afines al GDFE, en el que sostiene “que el modelo de la responsabilidad social empresaria o el modelo de la articulación Estado, sociedad civil y empresas, está en una suerte de estancamiento”. “¿Qué estamos haciendo con todo este desarrollo que hemos logrado instalar en agenda o con la sustentabilidad que se convirtió casi en un paradigma indiscutible? ¿Cuáles son esas alternativas que realmente están traccionando cambios sociales determinantes?”, se pregunta, y se propone al mismo tiempo “como un actor del ecosistema para poder dar ese salto cualitativo que está faltando”.
En ese horizonte, concluye que el GDFE “tiene una oportunidad linda de poder balancear la mirada de desarrollo humano, de desarrollo social, desde una perspectiva más amplia”. Se refiere, por ejemplo, al enfoque que está detrás del Índice de Progreso Social “y que tiene que ver con la posibilidad de equilibrio entre las metodologías, las herramientas y las técnicas propias de una gestión profesional”, “porque va a permitir medir necesidades básicas insatisfechas pero también el bienestar”. También celebra que las inversiones de impacto hayan llegado para su abordaje. Porque precisamente incorporan esta mirada más amplia del desarrollo, al “poner proactivamente el impacto social y ambiental -además de la rentabilidad y el riesgo- como premisa entre los logros que se buscan con una inversión”.
Durante la misma mañana del brindis, previamente al encuentro, la presidenta del GDFE, junto a García Moritán, la Comisión Directiva del GDFE y el especialista Carlos Tramutola, comparte con los socios cómo el Grupo fue evolucionando este último año y su proyección hacia adelante.
Entre las principales iniciativas, destaca el Índice de Progreso Social (IPS), que el GDFE lidera junto al Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), y la Fundación Avina. Díaz Ardaya señala que es “un aporte inmenso al país desde el punto de vista de la información, de datos que no estaban presentes, y también en materia de aprendizaje sobre la articulación con el Estado”. “Porque una cosa es dialogar y otra es ejecutar y transformar juntos proyectos concretos”, subraya.
Otro de los hitos del GDFE en 2017 son, sin duda, las inversiones sociales de impacto. Que lejos de acotar su tratamiento a la Jornada Anual se abordaron de manera sistémica e innovadora, siendo el encuentro solo el inicio de un proceso que el GDFE continuará el año próximo buscando proactivamente trabajar, dialogar, aprender, con distintos actores del ecosistema -como los encuentros que mantuvo ya con referentes del Estado, y CEOs.
Fue también para el GDFE un año de crecimiento en materia de socios: se sumaron Cablevisión – Fibertel, Fundación Medifé, Fundación Andreani, Fundación Banco Provincia y, recientemente, el Estudio Beccar Varela; y de cambios operativos: con la nueva sede, en el emblemático Edificio Bencich; como de nuevos vínculos con organizaciones locales a través de la “Mesa de Redes” en la que el GDFE está representado a través de la Confederación de la Sociedad Civil.
Por otra parte, para el 2018, acentuando la mirada federal (otro de sus pilares en esta etapa de transformación), el GDFE tiene previsto impulsar un proyecto de desarrollo local orientado a impactar en las distintas provincias, a nivel municipal.
A la luz de este intenso recorrido, Tramutola (quien acompañó muy de cerca este proceso de reflexión institucional del GDFE iniciado en 2016) culmina: “Creo profundamente en esta organización, tiene un campo enorme por delante en este camino que ha iniciado de revitalización y posicionamiento. El GDFE tiene mucho para dar en el sentido de construir una sociedad más equitativa, más justa, más sustentable, por lo tanto una Nación con mejores perspectivas”.