El Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE) realizó el 10 de septiembre, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, su XIII Jornada Anual, con la que celebró sus dos décadas de vida. Contó con prestigiosos oradores del país y del exterior, quienes analizaron el presente, pasado y futuro de la inversión social privada en la Argentina. Y también de la educación.
El encuentro se llevó a cabo con el apoyo especial de Banco Galicia, Intel, Petrobras, Supervielle y de las fundaciones IRSA, Lúminis, Telefónica, Williams, YPF, y del Grupo Petersen; y con la colaboración, como media partners, de la Fundación La Nación y la Fundación Noble, del Grupo Clarín.
En la bienvenida al encuentro, el presidente del GDFE, Ludovico Videla, junto a la directora ejecutiva, Carolina Langan, destacaron estos 20 años de trabajo del GDFE, y anunciaron la serie de acontecimientos que tienen lugar en el marco de este aniversario: además de esta Jornada, la renovación del sitio web del GDFE (www.gdfe.org.ar), el relanzamiento del Mapa Georeferencial de la Inversión Social Privada. A su vez, en octubre, en Bogotá, la presentación del Estudio regional sobre Inversión Social Privada, y a fin de año, en Buenos Aires, la reedición de la Guía de Inversión Social Privada.
El historiador Luis Alberto Romero inició la Jornada, poniendo en valor los orígenes de la filantropía: “Traté de demostrar que en esta historia hay dos grandes zonas que son protagónicas, el Estado y la sociedad civil. Creo que la clave es encontrar una buena articulación de ambas. Me imagino que la articulación pasa por el respeto de lo que es específico de cada uno y por los lugares donde deben conversar, que son el Congreso, en primer lugar; y los consejos técnicos del Poder Ejecutivo, en segundo”. “Para llegar a esto -retomó- tenemos una `pequeñísima´ tarea: Hay que reconstruir el Estado. Hay que reconstruir el Indec. Y hay que gobernarlo adecuadamente, lo cual saca el problema del Estado y nos lo plantea a nosotros. Y desde el lado de la sociedad civil, transformar una pluralidad de iniciativas en una voz que recoja todos los impulsos y le de la fuerza suficiente como para poder dialogar con el Estado. El `premio´ de esto, el objetivo, son las famosas políticas de Estado. Porque no son políticas `del´ Estado sino políticas que el Estado desarrolla cuando han tenido el consenso y la contribución de todos”.
El evento siguió con el panel el “Presente, pasado y futuro de la educación”, que integraron: el sociólogo de la educación Emilio Tenti Fanfani; el presidente de la Academia Nacional de Educación, Pedro Luis Barcia; la especialista en Biología Molecular, Denise Abulafia (co-fundadora del Portal Educatina); y el especialista chileno en Innovación Social, Sebastián Gatica. Fue moderado por Constanza Ortiz, gerente de Proyectos de la Fundación Bunge y Born.
El primero en abrir el debate fue Tenti Fanfani: “La política de formación docente acertada va a tener que dar: reclutamiento, formación, condiciones de trabajo y salario; e incorporar fuertemente las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. La relación entre el docente y el alumno es una relación de comunicación. No puede ser que estas herramientas no hayan sido, todavía, incorporadas en la cabeza de los docentes. Porque las computadoras se pueden distribuir, los libros se pueden distribuir, pero las competencias necesarias para hacer un uso inteligente de estas herramientas hay que desarrollarlas y eso cuesta mucho más. Lleva tiempo. Esa, entre otras cosas, es la tarea que nos queda pendiente en el campo de la formación profesional de los docentes”.
Continuó Barcia: “Para instalarse creativamente en la vida -para eso es la educación, decía Zubiri- las competencias que sugiero desarrollar son: consolidar la relación del alumno con la realidad; dominar lo intrapersonal, es decir el ser dueño de sí mismo y por lo tanto tener principios de autonomía para poder desarrollar las emociones -lo que llamaría Gardner, inteligencia emocional; manejar la expresión oral y escrita; la capacidad de pensamiento crítico; la capacidad cuestionadora; el hábito operativo de la cultura del proyecto; la valoración en todo lo que se aprenda; el sentido selectivo frente a la hiperinformación; cultura general; y el asumir una actitud receptiva a los cambios, tratando de darle a cada cosa que se incorpora, un sentido”.
Más adelante, Abulafia sostuvo: “Pienso que hay que reformular el rol del docente, las prácticas pedagógicas, la forma en que se enseña. Es imposible que podamos generar inclusión e igualdad cuando la educación no es personalizada. Las tecnologías, nos permiten empezar a trabajar con los alumnos en el 1 a 1. Que cada alumno pueda ir aprendiendo en su propio tiempo y espacio. Así como cada escuela debería tener su propio plan de trabajo y objetivos, los alumnos también deberían tener su propio plan de trabajo y objetivos. Pero es muy difícil hacerlo en el esquema que tenemos hoy. Las aulas tienen que cambiar, tienen que ser dinámicas, mesas de trabajo. Como también hay competencias necesarias críticas, que desarrollar: la inteligencia emocional, la habilidad para trabajar en equipo, para ser líderes de cambio, el aprender cómo aprender”.
Para Gatica, en tanto, “uno de los temas fundamentales tiene que ver con la intra-innovación, con avanzar, conectar, para después salir a la co-innovación”. Como también, preguntarnos: “¿somos parte de la solución o somos parte del problema?”. “La invitación, entonces -subrayó- es a innovar la forma en que hacemos las cosas, no solo innovar en lo que hacemos afuera”.
Luego, en la conferencia de clausura, el experto español Juan José Almagro, presidente de la Asociación Española de Directivos de Responsabilidad Social, reflexionó sobre “La inversión social privada que se viene”. Allí observó: “Las épocas cambian cuando los ideales básicos se han agotado y los ideales básicos se han agotado. Seguramente para hacer un mundo mejor en el siglo XXI necesitamos otro tipo de ideales. Este cambio de época precisa que seamos capaces de afrontarlo teniendo conocimiento de algunas circunstancias. La primera es que se imponen las alianzas, nadie es capaz de hacer nada solo ya. Poderes públicos con empresas, con instituciones; gente que manda con gente que manda menos pero que tiene una enorme capacidad de incidencia. El segundo punto es que se han acabado los liderazgos solitarios, los liderazgos son solidarios y compartidos”. “Y al final -completó- también tendremos que aprender a trabajar la multiculturalidad”.
La Jornada cerró con un espectáculo sorpresa, a cargo de jóvenes del Circo Social del Sur. Minutos antes, su directora, Mariana Rúfolo, se refirió a la organización y a la metodología “vivencial, lúdica y participativa” que crearon a través del arte circense. Esta metodología, contó Rúfolo, apunta a desarrollar las habilidades socioemocionales: “el trabajo en equipo, la empatía, el compromiso, la capacidad de liderazgo, la perseverancia, la posibilidad de ser determinantes en nuestras decisiones; todos, temas fundamentales que se activan cuando estamos en relación con otro”. “Creemos que el arte es una herramienta muy eficaz para propiciar ese lugar vivencial, compartido con otros, para poder observarnos y tomar conciencia de qué modo nos estamos vinculando con el otro –ya sea ese `otro´ personas o también instituciones. Creemos también que si bien el desarrollo de las habilidades socioemocionales se puede hacer durante toda la vida, es crucial llevarlo a las nuevas generaciones. Llevarles una propuesta, para que puedan pensarse en un futuro mejor como adultos”, concluyó Rúfolo dando paso a la representación artística, que fue ovacionada de pie por los más de 100 asistentes a la Jornada, que siguieron disfrutando de la cultura hasta el final, con una visita guiada por el Museo Arte Moderno de Buenos Aires.